Lo que estamos afirmando es que el bautismo del Espíritu Santo es una experiencia totalmente diferente, que se recibe por medio de una fe bien definida y que el mismo involucra una crisis: una entrega total y una preparación explicita para recibir la promesa de Dios solo por la fe”. “El más elevado pensamiento de Dios para el hombre no es el auto-mejoramiento, ni la reforma, ni el mejor resultado de un carácter natural y una conducta humana, sino una nueva creación, una regeneración tan completa que todas las cosas viejas pasen y sean hechas nuevas”.
“Es la voluntad de Dios que cada creyente sea lleno del Espíritu Santo y santificado por completo, estando separado del pecado y del mundo y completamente dedicado a la voluntad de Dios, recibiendo así poder para
una vida santa y un servicio eficaz. Esto es tanto una crisis como una experiencia progresiva que se produce en la vida del creyente después de la conversión” (1 Tesalonicenses 5:23; Hechos 1:8; Romanos 6:1-14).